Entrevista a Juanjo Cáceres: "En las últimas dos décadas la alimentación se ha convertido en el gran foco de atención de mensajes de todo tipo"
La alimentación y la nutrición están presentes en la prensa, televisión, campañas informativas y formativas, en las etiquetas de alimentos o en la publicidad. ¿Cómo afecta esta avalancha de información a las decisiones de los consumidores?
En las últimas dos décadas la alimentación se ha convertido en el gran foco de atención de mensajes de todo tipo. Ello se debe a muchos factores. En primer lugar, este fenómeno es indisociable a la expansión de los canales de comunicación: en estos 20 años hemos tenido más canales de televisión, más periódicos y nuevas formas de comunicación asociadas a las nuevas tecnologías. En paralelo, han tenido lugar muchos procesos de innovación en publicidad, marketing y todo tipo de estrategias de comunicación, que han transformado las relaciones entre productores y consumidores y los criterios de elección de estos últimos. También la sociedad ha cambiado y los estilos de vida se han vuelto más heterogéneos, lo que nos lleva hacia la individualización de los estilos de consumo. La manera en la queesto afecta a los consumidores es muy variada, pero me gustaría destacar dos: un crecimiento exponencial de los mensajes sobre alimentación y una gran diversidad de respuestas ante una oferta cada vez más amplia, no todas deseables desde el punto de vista de la alimentación saludable.
¿Guarda relación todo esto con los crecientes trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, la vigorexia, la ortorexia o la obesidad?
En efecto, pero es complicado establecer relaciones directas. La expansión de trastornos como la vigorexia están vinculados a una sociedad que multiplica sus discursos sobre la imagen corporal, el cuidado del cuerpo y las posibilidades de intervenir sobre él. Sin embargo, que dicho contexto produzca una reacción en una persona que pueda tipificarse como un trastorno, y no en otra, responde a factores individuales de orden psicobiológico. Pero esto no quiere decir que la sociedad no sea responsable de ello, al contrario. Del mismo modo que entendemos que la producción de energía genera unas consecuencias indeseables sobre el medio ambiente, de las que alguien se ha de hacer responsable, también ciertos discursos sobre la alimentación generan respuestas individuales que van en detrimento de la salud pública. Por eso es necesario obrar con mayor responsabilidad y poner en marcha las actuaciones necesarias para proteger a la población. Algunos ejemplos son muchos mensajes asociados a las dietas fraudulentas o que se fomente la delgadez femenina extrema como canon de belleza en el mundo de la moda.
(...)
(leer la entrevista completa en http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/tendencias/2012/01/27/206378.php)
La alimentación y la nutrición están presentes en la prensa, televisión, campañas informativas y formativas, en las etiquetas de alimentos o en la publicidad. ¿Cómo afecta esta avalancha de información a las decisiones de los consumidores?
En las últimas dos décadas la alimentación se ha convertido en el gran foco de atención de mensajes de todo tipo. Ello se debe a muchos factores. En primer lugar, este fenómeno es indisociable a la expansión de los canales de comunicación: en estos 20 años hemos tenido más canales de televisión, más periódicos y nuevas formas de comunicación asociadas a las nuevas tecnologías. En paralelo, han tenido lugar muchos procesos de innovación en publicidad, marketing y todo tipo de estrategias de comunicación, que han transformado las relaciones entre productores y consumidores y los criterios de elección de estos últimos. También la sociedad ha cambiado y los estilos de vida se han vuelto más heterogéneos, lo que nos lleva hacia la individualización de los estilos de consumo. La manera en la queesto afecta a los consumidores es muy variada, pero me gustaría destacar dos: un crecimiento exponencial de los mensajes sobre alimentación y una gran diversidad de respuestas ante una oferta cada vez más amplia, no todas deseables desde el punto de vista de la alimentación saludable.
¿Guarda relación todo esto con los crecientes trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, la vigorexia, la ortorexia o la obesidad?
En efecto, pero es complicado establecer relaciones directas. La expansión de trastornos como la vigorexia están vinculados a una sociedad que multiplica sus discursos sobre la imagen corporal, el cuidado del cuerpo y las posibilidades de intervenir sobre él. Sin embargo, que dicho contexto produzca una reacción en una persona que pueda tipificarse como un trastorno, y no en otra, responde a factores individuales de orden psicobiológico. Pero esto no quiere decir que la sociedad no sea responsable de ello, al contrario. Del mismo modo que entendemos que la producción de energía genera unas consecuencias indeseables sobre el medio ambiente, de las que alguien se ha de hacer responsable, también ciertos discursos sobre la alimentación generan respuestas individuales que van en detrimento de la salud pública. Por eso es necesario obrar con mayor responsabilidad y poner en marcha las actuaciones necesarias para proteger a la población. Algunos ejemplos son muchos mensajes asociados a las dietas fraudulentas o que se fomente la delgadez femenina extrema como canon de belleza en el mundo de la moda.
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(leer la entrevista completa en http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/tendencias/2012/01/27/206378.php)