PUBLICADA EN YOGURVIVO. ALIMENTOS FUNCIONALES, 24 (enero de 2007). Enllaç.
A medida que nos hacemos mayores ¿considera usted que nos concienciamos más acerca de la importancia de la salud?
Sin duda. La salud es algo que inquieta poco a las personas jóvenes, más preocupadas desde la perspectiva de la alimentación por cuestiones relacionadas con el aspecto físico y la vitalidad, o simplemente no preocupadas por lo que comen o dejan de comer. Sin embargo, a partir de la treintena, y con más intensidad en los años posteriores, muchos adultos empiezan a tomar conciencia de que su juventud va quedando atrás y ello se traduce a menudo en una mayor preocupación por el estado de salud, que puede expresarse de formas muy diversas.
¿Cree usted que la gente mayor considera que debe haber cambios en su alimentación? Y si es así, ¿cuáles son?
Entre la población mayor, las expectativas más importantes respecto a la alimentación son mantener el consumo de aquellos productos que les resultan más apetecibles, y al mismo tiempo desarrollar hábitos alimentarios que les permitan preservar, no sólo el estado de salud, sino la vitalidad a lo largo del tiempo. De ahí que valoren positivamente consumir productos que consideren que les van a hacer “sentir mejor” en un sentido amplio. También hay que tener en cuenta que durante la vejez se producen una serie de alteraciones, como las dificultades de masticación y de deglución, que generan un mayor interés por productos no sólidos, aunque para habituarse a su consumo es fundamental que les resulten apetecibles.
¿Qué posición ocupan, a su parecer, los lácteos fermentados en cuanto a alimentos saludables en los últimos años?
A medida que la oferta se ha ido diversificando, el consumidor se ha interesado más por estos productos y ello ha conducido tanto a un incremento del consumo como a un mayor conocimiento de sus propiedades. Por eso los yogures se han consolidado como un producto con una buena imagen en tanto que alimento saludable.
¿Cómo ha evolucionado el consumo de yogures en España?
El consumo de yogures experimentó un lento desarrollo a lo largo del siglo XX, que se aceleró a partir del último tercio, una vez superados los períodos de escasez y de recesión económica de la posguerra. En los últimos años, como he comentado antes, gracias a la gran diversificación en los tipos y sabores de yogures, se han convertido en uno de los productos más habituales de la dieta cotidiana de individuos de todas las edades.
¿Ha ocurrido lo mismo con la leche y otros derivados lácteos?
En cierto modo, sí, aunque no exactamente. La expansión del consumo de lácteos se encuentra muy estrechamente vinculada al desarrollo de las industrias agroalimentarias y de los sistemas modernos de conservación y transporte, que no sólo han posibilitado un acceso casi universal a estos productos, sino que han creado las condiciones higiénicas adecuadas para ello. Sin embargo no todos han sido igual de exitosos que el yogur, que sin duda ha calado con fuerza en los hábitos alimentarios, no sólo de la población española, sino de la de todos los países occidentales.
Los adultos, en España, ¿consideran el consumo de yogur un hábito saludable?
Por lo general, los adultos consideran el yogur un producto nutricionalmente adecuado, tanto para ellos como para sus hijos y nietos. Se trata de un producto que goza de una buena imagen y a través del cual se expresan comportamientos e intereses diversos, como la prevención del incremento de peso. Ello, sumado a una baja disposición de una gran parte de la sociedad a la preparación culinaria y una tendencia creciente a los consumos entre horas, convierte al yogur en un producto muy atractivo.
El adulto, en cuanto al consumo de yogur, ¿tiene unos hábitos constantes o éstos evolucionan con la edad?
Existe una gran diversidad de situaciones pero lo cierto es que los hábitos tienden a ser estables durante una gran parte de la vida, si bien hay momentos de mayor predisposición al consumo, como en la adolescencia y la juventud. Ahora bien, las preferencias en cuanto al tipo de lácteo fermentado sí que presentan mucha variabilidad según la edad, el sexo, el poder adquisitivo y la oferta coyuntural del mercado. Eso es algo que las empresas lácteas tienen cada vez más claro y a ello
obedece la diversidad de productos, que es el resultado de la segmentación del mercado.
¿Sucede lo mismo con el resto de hábitos alimentarios?
No, la variabilidad general de los hábitos es constante y másintensa de lo que a menudo pensamos, sobre todo en su expresión nutricional. Por un lado, porque hay periodos a lo largo de la vida como la emancipación o la jubilación que suponen fuertes cambios en la organización del tiempo y de las actividades individuales. Por el otro, porque la existencia de una oferta amplia, pasar una gran parte del día fuera del hogar y unos estilos de vida cambiantes, entre otros factores, generan pequeños cambios pero más numerosos de los que realmente percibimos.
En referencia a los lácteos, ¿cree usted que el yogur está “mejor visto”? Si es así, ¿por qué?
No hay duda de que el yogur es uno de los lácteos mejor valorados y ello se debe a su sabor atractivo para casi todos los gustos
y a su buena imagen nutricional. Lo primero es una ventaja decisiva frente al queso u otras alternativas como el kéfir y, además,
su fácil digestibilidad supone una ventaja decisiva sobre la leche.
¿Cree usted que los adultos incluyen el yogur en el concepto de dieta mediterránea?
El concepto de dieta mediterránea y su amplitud no resultan fáciles de establecer para el consumidor. Los adultos tienden
a englobar un gran número de productos en ese concepto y, entre ellos, a menudo encontramos el yogur. En muchos casos,
a los adultos, no les inquieta demasiado saber lo que es o no es dieta mediterránea, sino saber qué les puede resultar más saludable, qué menos y cuál es el consumo idóneo de cada producto.
Esas dificultades en el entendimiento del concepto de dieta mediterránea ¿a qué se deben? ¿Falla la comunicación?
No, lo que ocurre es que el concepto se ha construido básicamentedesde una perspectiva nutricional, pero las intuiciones sociales a menudo van en otra dirección. También hay que tener en cuenta que el adulto expresa una fuerte tendencia a
considerar su propia alimentación como adecuada, aunque mejorable, lo que facilita que considere que sus hábitos coinciden con
los de los modelos nutricionales considerados idóneos. El resultado es que muchas veces sus consideraciones sobre lo que es
dieta mediterránea o sobre lo que es una alimentación equilibrada van a incluir buena parte de sus productos de consumo habitual y entre ellos, por lo tanto, el yogur.
¿Qué visión cree que tiene el adulto español de los yogures como alimentos funcionales?
En muchos casos, un efecto sumatorio respecto a otras propiedades apreciadas en los yogures pero hay que tener en cuenta que la familiaridad con el concepto de funcionalidad en los alimentos está teniendo un desarrollo lento entre los consumidores españoles.
A medida que nos hacemos mayores ¿considera usted que nos concienciamos más acerca de la importancia de la salud?
Sin duda. La salud es algo que inquieta poco a las personas jóvenes, más preocupadas desde la perspectiva de la alimentación por cuestiones relacionadas con el aspecto físico y la vitalidad, o simplemente no preocupadas por lo que comen o dejan de comer. Sin embargo, a partir de la treintena, y con más intensidad en los años posteriores, muchos adultos empiezan a tomar conciencia de que su juventud va quedando atrás y ello se traduce a menudo en una mayor preocupación por el estado de salud, que puede expresarse de formas muy diversas.
¿Cree usted que la gente mayor considera que debe haber cambios en su alimentación? Y si es así, ¿cuáles son?
Entre la población mayor, las expectativas más importantes respecto a la alimentación son mantener el consumo de aquellos productos que les resultan más apetecibles, y al mismo tiempo desarrollar hábitos alimentarios que les permitan preservar, no sólo el estado de salud, sino la vitalidad a lo largo del tiempo. De ahí que valoren positivamente consumir productos que consideren que les van a hacer “sentir mejor” en un sentido amplio. También hay que tener en cuenta que durante la vejez se producen una serie de alteraciones, como las dificultades de masticación y de deglución, que generan un mayor interés por productos no sólidos, aunque para habituarse a su consumo es fundamental que les resulten apetecibles.
¿Qué posición ocupan, a su parecer, los lácteos fermentados en cuanto a alimentos saludables en los últimos años?
A medida que la oferta se ha ido diversificando, el consumidor se ha interesado más por estos productos y ello ha conducido tanto a un incremento del consumo como a un mayor conocimiento de sus propiedades. Por eso los yogures se han consolidado como un producto con una buena imagen en tanto que alimento saludable.
¿Cómo ha evolucionado el consumo de yogures en España?
El consumo de yogures experimentó un lento desarrollo a lo largo del siglo XX, que se aceleró a partir del último tercio, una vez superados los períodos de escasez y de recesión económica de la posguerra. En los últimos años, como he comentado antes, gracias a la gran diversificación en los tipos y sabores de yogures, se han convertido en uno de los productos más habituales de la dieta cotidiana de individuos de todas las edades.
¿Ha ocurrido lo mismo con la leche y otros derivados lácteos?
En cierto modo, sí, aunque no exactamente. La expansión del consumo de lácteos se encuentra muy estrechamente vinculada al desarrollo de las industrias agroalimentarias y de los sistemas modernos de conservación y transporte, que no sólo han posibilitado un acceso casi universal a estos productos, sino que han creado las condiciones higiénicas adecuadas para ello. Sin embargo no todos han sido igual de exitosos que el yogur, que sin duda ha calado con fuerza en los hábitos alimentarios, no sólo de la población española, sino de la de todos los países occidentales.
Los adultos, en España, ¿consideran el consumo de yogur un hábito saludable?
Por lo general, los adultos consideran el yogur un producto nutricionalmente adecuado, tanto para ellos como para sus hijos y nietos. Se trata de un producto que goza de una buena imagen y a través del cual se expresan comportamientos e intereses diversos, como la prevención del incremento de peso. Ello, sumado a una baja disposición de una gran parte de la sociedad a la preparación culinaria y una tendencia creciente a los consumos entre horas, convierte al yogur en un producto muy atractivo.
El adulto, en cuanto al consumo de yogur, ¿tiene unos hábitos constantes o éstos evolucionan con la edad?
Existe una gran diversidad de situaciones pero lo cierto es que los hábitos tienden a ser estables durante una gran parte de la vida, si bien hay momentos de mayor predisposición al consumo, como en la adolescencia y la juventud. Ahora bien, las preferencias en cuanto al tipo de lácteo fermentado sí que presentan mucha variabilidad según la edad, el sexo, el poder adquisitivo y la oferta coyuntural del mercado. Eso es algo que las empresas lácteas tienen cada vez más claro y a ello
obedece la diversidad de productos, que es el resultado de la segmentación del mercado.
¿Sucede lo mismo con el resto de hábitos alimentarios?
No, la variabilidad general de los hábitos es constante y másintensa de lo que a menudo pensamos, sobre todo en su expresión nutricional. Por un lado, porque hay periodos a lo largo de la vida como la emancipación o la jubilación que suponen fuertes cambios en la organización del tiempo y de las actividades individuales. Por el otro, porque la existencia de una oferta amplia, pasar una gran parte del día fuera del hogar y unos estilos de vida cambiantes, entre otros factores, generan pequeños cambios pero más numerosos de los que realmente percibimos.
En referencia a los lácteos, ¿cree usted que el yogur está “mejor visto”? Si es así, ¿por qué?
No hay duda de que el yogur es uno de los lácteos mejor valorados y ello se debe a su sabor atractivo para casi todos los gustos
y a su buena imagen nutricional. Lo primero es una ventaja decisiva frente al queso u otras alternativas como el kéfir y, además,
su fácil digestibilidad supone una ventaja decisiva sobre la leche.
¿Cree usted que los adultos incluyen el yogur en el concepto de dieta mediterránea?
El concepto de dieta mediterránea y su amplitud no resultan fáciles de establecer para el consumidor. Los adultos tienden
a englobar un gran número de productos en ese concepto y, entre ellos, a menudo encontramos el yogur. En muchos casos,
a los adultos, no les inquieta demasiado saber lo que es o no es dieta mediterránea, sino saber qué les puede resultar más saludable, qué menos y cuál es el consumo idóneo de cada producto.
Esas dificultades en el entendimiento del concepto de dieta mediterránea ¿a qué se deben? ¿Falla la comunicación?
No, lo que ocurre es que el concepto se ha construido básicamentedesde una perspectiva nutricional, pero las intuiciones sociales a menudo van en otra dirección. También hay que tener en cuenta que el adulto expresa una fuerte tendencia a
considerar su propia alimentación como adecuada, aunque mejorable, lo que facilita que considere que sus hábitos coinciden con
los de los modelos nutricionales considerados idóneos. El resultado es que muchas veces sus consideraciones sobre lo que es
dieta mediterránea o sobre lo que es una alimentación equilibrada van a incluir buena parte de sus productos de consumo habitual y entre ellos, por lo tanto, el yogur.
¿Qué visión cree que tiene el adulto español de los yogures como alimentos funcionales?
En muchos casos, un efecto sumatorio respecto a otras propiedades apreciadas en los yogures pero hay que tener en cuenta que la familiaridad con el concepto de funcionalidad en los alimentos está teniendo un desarrollo lento entre los consumidores españoles.